Preciado: "Este equipo es la leche y lo va a conseguir"
Canal Sportin 25 de Mayo de 2009

«Este equipo es la leche y acaba con uno, pero es una gozada y haciendo un análisis objetivo, creo que podemos estar más que satisfechos, eso sí, siempre que se certifique la permanencia. Hemos tenido claros y oscuros, partidos magníficos y otros muy malos, pero, como prometimos, no hemos sido una comparsa».
Preciado reflejó ayer, con la precisión de un cirujano, el tobogán de sensaciones que ha supuesto el regreso del Sporting a Primera División. El partido del sábado, con el Estadio José Zorrilla como escenario, tardará mucho tiempo en olvidarse, sobre todo para los que lo vivieron 'in situ'. Fue una vuelta de tuerca más en el destino de un equipo que para esbozar una sonrisa tiene que llorar demasiado. En Valladolid no fue una excepción.
«Lo mejor de este equipo es que nunca tira la toalla y esto es una lucha al K. O., un golpe certero y ya está, pero no nos desmayamos nunca y eso que el Valladolid jugó el sábado el mejor partido de la temporada», aseguraba el entrenador del Sporting.
Preciado, que dirigió ayer un entrenamiento al mediodía, escasas horas después del regreso de su equipo a Gijón, con 40 puntos en el equipaje, todavía tenía algún cosquilleo metido en el cuerpo por la vibrante noche que había pasado a orillas del Pisuerga. «Buff, hubo de todo, pero por fortuna acabó bien», resoplaba aliviado. «Vamos a descansar y este martes hay que regresar al trabajo con todo porque nos queda un poco para conseguirlo y lo tenemos que hacer», recordaba.
Poco tiempo había para regodearse en el encuentro del sábado. En el sufrimiento. La emoción. Y la tensión vivida hasta el último suspiro. Tocaba coger otra bocanada de aire y pasar página. Porque el camino se acaba. Sólo queda un partido. Una carta que jugar. Ante un equipo que ya se ha despeñado por el abismo: «Hemos llegado por fin a los 40 míticos puntos y el fin de semana jugamos en El Molinón frente al Recre, que desgraciadamente ha perdido la categoría y supongo que estarán un poco tocados, aunque seguro que vendrán a por la victoria».
Antes de la última contienda del año, un viejo sentimiento, que el año pasado, en la última semana del campeonato de Segunda, contagió todas las calles de la ciudad, volverá a aflorar en Gijón. «Me imagino que será una semana fantástica, de motivación, alegría... Y a ver si somos capaces de controlar mejor la ansiedad que ayer -por el sábado-, pero es muy distinto jugar fuera que hacerlo en casa», explicaba.
El técnico cántabro hacía esa matización de forma intencionada. Para recordar que su equipo se la juega este fin de semana en El Molinón, un estadio que, como se puede presagiar tras ver lo sucedido en las gradas de Zorrilla, se llenará hasta la bandera: «Este equipo tiene que darlo todo por esta gente, porque hubiera sido imposible sin ellos. Nos han sacado de atolladeros tremendos».
Malestar con el Barça
No obstante, a Osasuna poco le importó tener que jugarse su futuro lejos de Pamplona. Tuvo que hacerlo en el Camp Nou, en plena fiesta por la conquista de la Liga y con un Eto'o desafinado, pero enfrascado en conseguir el 'pichichi'. Gracias al gol de Pandiani, el equipo de Camacho salió airoso del estadio más inaccesible de la Liga, algo que se contempló con recelo desde la afición rojiblanca.
Muchos entendían que los de Guardiola, con el título a buen recaudo, habían entregado el partido, en el había muchos intereses implicados. Aunque Preciado opinaba sobre ese partido que «no se le puede achacar nada a un equipo (el Barcelona) que ha jugado a un nivel impresionante y que ya ha hecho los deberes, por lo que es normal que haya cierto relajo».
El Sporting, por el contrario, está obligado a llegar hasta el final del camino con las revoluciones al máximo y todos sus sentidos en la carretera. «La Liga siempre acaba igual, con menos de 42 puntos te vas al pozo», comentaba Preciado. El Sporting está en posición de cumplir esa máxima. Falta ganar al Recreativo.
El Sporting da un gran paso para seguir en Primera.
Canal Sporting. 24 de Mayo del 2009.

Hay que pensar en el milagro de Zorrilla. El Sporting consiguió un triunfo tan espectacular como lleno de sufrimiento. Los rojiblancos, que se adelantaron por dos veces, consiguieron la victoria ante el Valladolid, pero ofrecieron una imagen llena de nervios y dando numerosas facilidades, que, afortunadamente, el rival no supo o pudo aprovechar.
Tanto el Sporting como el Valladolid afrontaron el duelo con el dibujo táctico previsto, un 4-2-3-1 en ambos conjuntos, si bien, en el cuadro local, José Luis Mendilíbar optó por el holandés Medunjanin en el centro del campo. Por su parte, Manuel Preciado mantuvo a los mismos once que habían ganado la semana anterior al Málaga.
El inicio del partido resultó poco esperanzador ya que los rojiblancos salieron demasiado nerviosos y ofrecieron numerosos espacios libres en defensa, lo que supo aprovechar el cuadro pucelano para poner a prueba a Iván Cuéllar. En el primer minuto de juego, un despiste de Iván Hernández habilitó a Pedro León, cuyo disparo rechazo de forma espectacular el meta rojiblanco. En la siguiente jugada, fue Goitom el que ganó la espalda a la zaga gijonesa para estrellar el balón en el larguero.
El conjunto de Manuel Preciado estaba roto, el centro del campo no tenía ninguna consistencia y la desorientación del sistema defensivo era prácticamente total y, sobre todo, muy preocupante. El Valladolid combinaba mucho mejor, triangulaba con cierta facilidad y llegaba al borde del área sportinguista sin demasiada oposición.
El primer aviso de los gijoneses tardó doce minutos en llegar. Fue con un centro de Kike Mateo que cabeceó Barral inocentemente a las manos de Asenjo. El equipo sportinguista daba sensación de falta de consistencia, aunque, a medida que pasaban los minutos, el conjunto pucelano levantaba el pie del acelerador para tratar de hacerlo más bonito que práctico. El Sporting también parecía que se imponía más en su parcela, sobre todo en aspectos defensivos. De todas formas, el control del partido era de claro tinte local.
Pese a las pocas aproximaciones, el Valladolid también lo intentaba desde lejos. Medunjanin ensayó el lanzamiento desde unos 30 metros, pero no logró sorprender a Cuéllar.
A la zona de nadie
Al Sporting le faltaba sentido ofensivo. No era capaz de trenzar una jugada en ataque. A la falta de precisión en las asistencias, se sumaban los ineficaces lanzamientos a la zona de nadie, sin lograr sorprender a la defensa pucelana.
Al filo del descanso llegó el tanto gijonés. Fue un premio inmerecido por el trabajo realizado, aunque destacado por el trallazo de Diego Camacho al recoger, en el borde exterior del área, un rechace que solventó con una extraordinaria volea.
A los gijoneses, en el primer tiempo, les pesó en exceso la responsabilidad del partido, con la permanencia en juego, sobre todo tras tener referencia de que Osasuna se adelantaba en el marcador en el Camp Nou.
El segundo tiempo, tras el paso por los vestuarios, tuvo un inicio equilibrado, pero pronto el Valladolid volvió a apretar, lo que desequilibró a los gijoneses, incapaces de mantener el control del esférico y dar dos pases seguidos.
Los hombres de Preciado, muy nerviosos, parecían incapaces de sacar el balón de su parcela y, cuando lo lograban, carecían de sentido para dar continuidad a la jugada. Kike Mateo estuvo a punto de servir el segundo, pero Diego Castro se vio sorprendido por la anticipación de Asenjo.
El colegiado mantuvo el tipo a los ocho minutos de la reanudación al anular un gol a Pedro León al interpretar que había posición de fuera de juego de un pucelano en el área. El Sporting parecía descompensado, con el centro de campo roto y demasiado retrasado, aunque con la fortuna de que el Valladolid actuaba demasiado embarullado y con prisas.
Aun así, el Valladolid aprovechaba las indecisiones defensivas rojiblancas, que eran demasiadas. Gerard tuvo que ser sustituido por Jorge por lesión, lo que no modificó el dibujo táctico, mientras que la entrada de Cannobio por los locales dio una mayor presencia ofensiva al retirar al frío Medunjanin.
Tantas eran las facilidades que daban los sportinguistas que el empate tenía que llegar. Y lo hizo en un contraataque de los pucelanos tras la enésima pérdida de balón del Sporting en una jugada de ataque. Sastre resbaló y la defensa por el centro fue incapaz de cortar la jugada, que acabó en Sesma, que superó a un vendido Cuéllar.
Las ilusiones gijoneses se rompieron entonces ya que el equipo pasaba a no depender de sí mismo para mantener la categoría en la última jornada. Sin embargo, llegó el 1-2. Faltaban once minutos para el final cuando apareció la cabeza de Bilic para asestar un duro remate, tras una falta ejecutada por Maldonado, que acabó con el balón en el fondo de las mallas de la meta de Asenjo.
Completo asedio
La última fase del partido fue de un asedio más que de un acoso de los pucelanos. Las ocasiones se sucedían una y otra vez con una increíble incapacidad de la zaga gijonesa para poder despejar los peligros.
Mendilíbar retiró a un central, García Calvo, para dar a entrada a un delantero, Ogbeche, con la intención de meter más presión a su juego de ataque. El partido era un monólogo en el borde del área gijonesa, pero parece que estaba escrito que el Valladolid no podía marcar.
Las oportunidades pucelanas fueron demasiado claras en este tramo final. En la última, Cuéllar, ya en el tiempo de prolongación, despejó milagrosamente un remate de Cannobio. El pitido final sirvió para alegrar a la parroquia rojiblanca que se dio cita en Zorrilla, aunque tuvo que sufrir demasiado para disfrutar de un gran paso hacia la permanencia.
Queda el último peldaño después de haber dejado atrás un duelo con demasiado sufrimiento. La alegría del resultado fue lo mejor. La Primera División queda al alcance de la mano.
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